El preludio a una taza de té un jueves por la noche

Conforme me siento a disfrutar una taza de té de lavanda y jazmín, no puedo evitar soñar despierta con el deseo de que alguien me ponga un mensaje en el cual me comparte algo fascinante sobre pintura, arte, alguna cultura sobre la cual no escuchamos tradicionalmente en el cotidiano del Occidente o algo que sencillamente me atrape. Una de las bellezas de tener tés sueltos es poder hacer esas combinaciones que van de la mano con el humor del momento. Es un estar peculiar el de tener las ganas y el disfrute, junto con el provecho, de sentarse a tomarse una tacita de té. Realmente me parece uno de los enormes placeres de la vida estar en ese punto.

Pienso por unos segundos contestar el espacio perennemente vacío de Facebook que me pregunta qué estoy pensando con algo como "¿Alguien me quiere y puede poner un mensaje en Facebook para compartirme algo sobre lo cual no haya podido conversar últimamente?" Luego recuerdo que la gente lo que hace es dar like, ignorar, comentar y seguir adelante y se me pasa.

Aquí estoy de nuevo; una noche más encontrando en este blog una salida para aquello que hace rato llevo embotellado adentro. El embotellamiento mismo se convierte en un corcho que restringe la salida de la escritura misma. Es curioso. Pensar "hace rato que no me siento a escribir" me aleja cada vez más de hacerlo. Hasta que un día se suelta. Solito.

Tengo muchos borradores que no comparto. Montones. Los dos más recientes que no he terminado van sobre las siglas LGBTQI y lo mucho que me molestan. En síntesis, me acongoja realmente la permisividad social de mezclar sexualidad y género como partes de una misma cosa. Y encima saber que esas son identidades acuñadas a un grupo minoritario que, dicho sea de paso, se define por la diversidad en vez de ser un grupo homogéneo.

No recuerdo sobre qué iba el otro, pero algo dice sobre la funcionalidad de la vida y lo mucho que es idóneo para mí concebirme lejos de esos espectros.

Vengo llegando de kundalini, una clase de yoga que estoy llevando ahora en un ashram cerca de casa. Ayer o antier, cada día que estoy ahí, en realidad, veo los dedos de mi pies en el piso y pienso "y ¿qué pasa si yo soy más feliz aquí - adonde he llegado - que en cualquier otro lado?" Entonces le doy bola a la pregunta, tratando de saber qué haría una con eso. Me imagino a mi esposa y su eterna cara de aceptación. Me veo diciéndole, toda vestida de blanco, que estoy más feliz adentro, saliendo únicamente ocasionalmente del ashram. Pienso en las implicaciones que eso tendría y, extrañamente, pienso en una de mis cuñadas diciéndome "mae...sólo Angélica". Me río y eso me quita las imágenes del pensamiento. En eso me entretengo a sabiendas de que mi pregunta más profunda aún es cuál tipo de sombrero me pondría yo en la cabeza. No me veo con esos trapos ni gorritos de tela. No sabría cómo protegerme la mollera, palabra que siempre me recuerda a mi profe de español de la escuela y el enorme agradecimiento que aún le mantengo sin importar cuántos años ha dejado pasar el viento. Quizás en eso se van 3 segundos o 2, en lo que recuerdo que estoy meditando o practicando y debo regresar a la clase.

¿Qué sería de nosotres si hiciéramos todo lo que tenemos en la fácil accesible capa de nuestro subconciente? Se me vienen miles de teorías y libros viejos de hombres igualmente mayores y muertos que han escrito vastamente sobre eso. Entonces veo que el lenguaje es trampa y trato de nuevo. ¿Qué sería de nosotres si realmente hiciéramos aquello que, muy en el fondo, sabemos que nos haría realmente felices? ¿Encontraríamos más adelante otra cosa que nos llenaría? ¿Fijaríamos otras metas? ¿Andaríamos siempre en una eterna búsqueda?

Cuando estaba en "hot yoga" sentía que realmente lo que me gustaría sería encontrar kundalini cerca de casa. Ahora que hay un ashram más cerca que el estudio de bikram, extraño sudar en vez de trabajar la conciencia. Yo me pregunto, realmente, si esto de la depresión como algo más común es cosa de Estados y esta vida entre esta gente y de esta forma en estos espacios o si es algo generacional o es personal o es de todo un poco. Me pregunto, a fondo, cómo es imposible decir "¡hey! Me siento sola. ¿Me acompaña un rato?" Luego me doy cuenta que divago y que la vida lleva su propio curso. No algo incontrolado o pre-destinado, sino el mero resultado de las decisiones que tomamos a diario y en un eterno cotidiano.

Hoy me despertaba y le decía a mi esposa que me disculpara por no ser mejor persona. Ella bellamente me replica que no conoce a alguien que se esfuerce más cada día por ir mejorando. ¿Usted cree que intimidades como esa se deban compartir? ¿Así - a la luz pública? ¿O piensa que debería estarme enfocando en por qué o cómo es que se hace para estarse puliendo como ser o individue en el día a día de las cosas? ¿Usted qué piensa?, me pregunto. ¿En cómo, a pesar de esto, soy una persona tremendamente llena de áreas por mejorar, en el mejor de los casos?

A veces también alucino con que la gente comente sobre sí, más allá de lo que lo hacen en privado cuando me ven por aquí o por allá y me pueden hablar de estos desnudos de alma que me pego cada vez que tengo paz en mi cuarto un rato.

A todo esto, no he dado ni medio sorbo de té. Les dejo para enfocarme en eso al menos un buen rato. Realmente espero que pasen mejor noche de lo que tuvieron algunes ayer en la Rodrigo Facio.

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