Bretear en comunidad

Esta foto me la tomó Jimena hoy mientras yo breteaba. ¿Qué tiene de particular? Hoy la compartía en Instagram, para empezar. Pensé que era la primera foto de como 10 en total en mi Instagram que contenía mi cara, pero no. Es la segunda. La otra fue también tomada por Jimena mientras leía Testo Junkie, un texto que aún me revuelca en las semejanzas que tranza sobre mi vida. Y lo lejos, a la vez cerca, que está.

Eso no es lo que tiene de particular. Peculiar tiene que finalmente logro evidenciar, conforme se desenvuelve mi vida, que el futuro éste de las relaciones comunitarias, casi tribales llaman algunes, está en desarrollo. Me es importante recalcar la escogencia de palabras que hago al escribir, porque realmente no es casual, poco pre-meditadas como sean. Se trata de finalmente lograr evidenciar algo desde la experiencia.

Hoy me encontraba en una llamada que resultó ser de 2 horas en la cual concretaba acciones que nos llevarán, ojalá, a cumplirle un sueño a un hombre empunchado que se merece eso y, quizás por su esfuerzo y brete, aún muchísimo más. Al hablar, honestamente hay espacio para colaborar desde la aceptación de nuestras diferencias en lo que componen nuestros sueños y pasiones. ¿Usted conoce eso? Sentarse a hablar con alguien sobre empresas y negocios y tener la facultad para decir "esto no es lo mío, pero le digo lo que sí lo es" y permitirse hablar desde la profundidad de sus entrañas. Las honestidades abiertas construyen colaboraciones diferentes. Sobretodo, construye proyectos distintos el poder confiar que permitirle a le otre ser quien dice ser en su mayor plenitud llevará a un lugar de armonía comunal. En eso confío ahora. Creo que nuevas maneras de generaciones no tan nuevas ni tan viejas son capaces de construir nuevas formas de vivir en un mundo en donde las guerras ya no son el centro ni la manera de resolver los conflictos. En donde no dejan de existir los problemas fronterizos que eventualmente llegarán a su fin, pero en el cual es más relevante el diálogo desde la aceptación de los sueños, pasiones, talentos e intereses de cada quien.

Yo comprendo - absolutamente - que todo esto suena a muchísimo discurso idealista. Ésa, precisamente, es la belleza que me impulsa, finalmente, a escribir otra vez. Que no es un idealismo teórico de corrientes espirituales e ideológicas incomprobables o intangibles. Por el contrario, se trata de una llamada que tuve hoy en la mañana a manera de bretear. Algo tan sencillo como eso.

Luego me fui, sin certeza alguna de estar haciendo algo digno o fructífero, a toparme con una persona que desconocía para terminar quitándole mala yerba a su casa de alquiler durante una hora. Digo mala yerba como si fuera eso ciertamente lo que fue. Muy al contrario, lo que quité fueron unas matitas chiquitas a las que les pedí perdón por jalar de raíz cuando se veían tan lindas como los tréboles que me comía chiquilla de una maceta en un balcón en San José. Y bueno...me fui así, como quien disfruta del fruto de un deseo hace tiempo lanzado al universo desde el corazón y con absoluta pasión de poder pasar más tiempo en el jardín y que alguien me pagase por ello. Hoy tuve mi primera hora de eso. ¿Sabe qué es lo deprimente de eso? El shock de realidad que eso significa. No porque soy latinx en el país que lidera Trump políticamente. Eso ya es una dimensión que quedó en la aceptación, pareciera, a pesar de lo mucho que salga a marchar y protestar por las calles de Boston con 4 mil cuerpas y almas a mi lado. Al contrario, la depresión que eso me quisiera despertar es saber que hoy en 70 minutos gané el mismo monto que me habría tomado 5 horas en lograr si, contrario a quitar ""mala"" yerbita, me hubiese dignamente sentado en un cubículo a tomar llamada tras otra en algunos de los call centers que mejor pagan en Costa Rica.

OJO, por favor: No digo nada de esto para decir que las cosas están mal en los call centers ticxs. Por favor no se lo tomen por ahí. Eso es tema para otro día y una conversación ya para mí algo aburrida de abordar.

Lo digo, en realidad, porque es la relación que inevitablemente debo hacer cuando pienso "bueno, pero cuánto me gané?" Esa es una verdad.

¿No le parece desgarradora la cosa?

Yo vacilaba antes de salir de casa. ¿Cómo se viste una para hacerse pasar por jardinera?, le decía a Jimena. Y aceptaba que mi vida se ha construído más del teatro que de otra cosa cuando acepto que diversos ropajes me dan acceso a diversas vidas. Fue una liberación altamente sanadora cuando me dejé fluir desde la amplia diversidad que puedo abrazar dentro de mí misma.

Pulpo, me llamo ahora. Y cada vez abrazo esa analogía más y más.



Como cuando voy a un cumpleaños de una niña a la cual finalmente reúnen con su madre indocumentada a quienes detuvieron en la frontera escasos días atrás. ¿Por qué? Porque hay un hombre guatemalteco que me dice que con 8 mil dólares fue a su país natal unos días, tras 16 años de no poder visitar, y logró, inclusive, "construirse una casita" por allá con lo que le sobró. Para volver aquí a sus 5 hijxs ante lo que él llama "la falta de condescendencia" de su esposa de no querer tener más (no sé si sea favorable que lo dijera de manera jocosa en detrimento de su propia sugerencia). Para dejar 15 familiares atrás a quienes logró alimentar y llevar a la playa como el mejor trofeo que, todes sabemos, constituye el mayor anhelo que alguien con un valor centrado en la familia puede tener.

Familia: como esa por la cual tanto pelean por doquier y algunes construímos con gente con quien no tenemos lazo sanguíneo alguno, porque la sangre no exime a alguien de gritarme 4 o sacarme de su vida como si fuese un mantel. Ese berreo familiar está un poco viejo. Tan viejo como el paint del Partido de Restauración Nacional que trato de evadir cuando me toca formular arte digital para una agrupación sin fines de lucro y sin fondos de un lucro imposible cuando la idea está en luchar.


Yo le veo el pixeleo y la línea de contraste entre los dos negros y la imagen con derechos de divulgación con modificación y todo, pero también le veo el empuje. Ese mismo fuerzón que le veo a mis compañeres cada vez que salen a escena no sólo a sanar, sino también a evidenciar los caminos rotos por los cuales nos ha tocado andar. A la fuerza. A palos. A tubazos en las piernas cuando la homofobia encierra a un hombre en un baño durante días sin dejarle comer o respirar porque su orientación sexual sigue siendo, ayer mismo y seguramente hoy, un obstáculo para su propia felicidad personal.

Así que sí, sentarse a hablar con alguien y decir "esto es lo que me gusta y sé hacer. Es así como puedo aportar" y nos logramos entender para decir "es por aquí por donde podemos caminar" no sólo para el bien de lxs 2, sino para el de 4 o 6 o quién sabe cúantos más. ¿Cuánta gente más podemos alcanzar? Toda la posible. Toda la que se pueda, por favor. Este mundo necesita cambiar. Más allá de si ganó Colombia, perdió Brasil o se fue Uruguay. Créanme, yo estuve ahí sufriendo por perderme los penales de Colombia en donde un país se va del futbol internacional por pura desventaja cruel de la vida, pareciera. Pero eso no puede componer mi enfoque y mucho menos mis prioridades. ¿Por qué? Piense, por favor, un momento en Nicaragua, en la frontera entre México y Guatemala o la de México con los EEUU. No nos vayamos tan lejos. Revise la data de Honduras. La que quiera. Homicidios, femicidios, suicidios... Revise la tasa de femicidios de este año en su propio país.

Si algo he aprendido es que la muerte, ciertamente, es un claro retorno a la luz que damos por fundadora del espíritu esencial.

Perdón. Sé que esa creencia no la tenemos todes. Yo respeto. ¿Respeta usted, realmente, que yo no crea en su Dios? Bajo ese entendido de convivio quizás podamos respirar mejor les 2.

Faltan 21 minutos para las 2 de la mañana. Creo que no tengo más que resumir por hoy, excepto porque el calor aquí ha estado insoportable y mi cuerpo hoy en clase de Bikram me decía que quizás es tiempo de parar. De bajar el ritmo y dejar de ir a ahogarme en 105 grados de temperatura con 50% de humedad. ¿Es eso lo que duele? O es la vida, en general, que claramente se hace más y más difícil de sobrellevar si partimos desde la individualidad, el creernos seres solitarios y no dejarnos importar. No dejar que nos importe si se ahoga alguien o a la otra no la dejan abortar porque es víctima de violación. Es como si no se usaran las palabras correctas para hacer comprender que una violación es TRAUMA suficiente como para encima implicar que las mujeres abusadas tienen que parir. Que es delito el no querer soportar un embarazo y un pecado luego buscar qué mandarse para no delinquir por no querer tener une hije que nadie nunca le preguntó si deseaba o no.

¿Suficiente, verdad, por una noche? Al rato. Tal vez.

Por dicha siempre existe el confort de un buen jazz en el momento apropiado, la hierbabuena en un fresco de jengibre con limón o el sol que sale, a pesar, después de una noche de mucho llover o de una tormenta que pensamos que nunca iba a terminar. No, muy romántico eso. Que la tormenta misma sea deliciosa de vivir y, por dura que la tira la falta de costumbre y educación, también digna de admirar.

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